Turismo en la Edad Antigua III: Roma
La sociedad romana estaba dividida en tres clases: los patricios o nobles, los plebeyos y los esclavos, como símbolo de patrimonio.
La época de la república (s. V - 27 a. C) contaba con la misma división y su sistema político se basaba en el Senado de unos 300 miembros normalmente patricios, aunque en algunos casos se aceptaron plebeyos. Fue esta época la de máxima expansión llegando a conquistar Grecia, Galia e Hispania y tomando el relevo sobre la supremacía del Mediterráneo al ganar las Guerras Púnicas contra Cártago. Más adelante Roma caería en una profunda crisis política y la consecuente guerra civil, obligando a Julio César a crear el triunvirato. El 15 de mayo del 49 a. C moriría a manos de Bruto y otros conspiradores, dando paso casi inmediatamente a Imperio.
Durante el imperio (27 a. C - 476 d. C) desaparece el Senado y comienza en Roma una etapa de absolutismo, donde el emperador era elegido por el ejército. Con Octavio Augusto se consigue la Pax Romana que duraría dos siglos, siendo ésta la edad de oro del turismo romano. El imperio estaba dividido en provincias que a su vez estaban dividas en municipios. Cada municipio contaba con servicios para el disfrute público y el entretenimiento, que en muchos casos eran lo suficientemente atractivos como para atraer a visitantes. Entre muchos otros destacaban los foros, plazas, templos, basílicas, tiendas y teatros. Todas las provincias se comunicaban por una amplia red de carreteras, vías y calzadas, que se empezaron a construir hacia 150 a. C llegando a cubrir unos 160.000 km. Iban alrededor del imperio abarcando desde Escocia y Alemania hasta Egipto, Persia y lo que hoy se conoce como Kuwait. Estaban señalizados por mojones que indicaban la distancia hasta la próxima ciudad, el nombre de la calzada, su fecha de construcción y su autor. Cada 15 - 20 km. había unas postas donde los viajeros podían cambiar sus caballos cansados, realizar algunas preguntas y comer.
Fue muy importante para la economía romana el comercio, que era desempeñado sobre todo por los libertos y los plebeyos, y que no hubiera podido ser posible sin las vías que unían todo el imperio. El comercio marítimo se desarrolló a través del Mediterráneo, del Mar Rojo y en parte del Atlántico en las llamadas “flotas comerciales”. Los puertos más importantes eran los de Alejandría y Ostia.
El pueblo romano fue el primero en realizar lo que hoy en día entendemos por turismo, es decir, un viaje (en la mayoría de los casos por placer) que incluye un desplazamiento pernoctando mínimo una noche y con menos de un año de duración a un lugar de destino, realizado, por supuesto, en tiempo libre y/o de ocio. Disponían de muchísimo tiempo libre, llegando a tener 200 días festivos al año (en el 345 d. C), aunque casi siempre este turismo lo practicaban los nobles., los cuales viajaban para ver los templos del Mediterráneo, las pirámides y monumentos de Egipto, asistir a las Olimpiadas de Grecia y los mercados de Asia Menor. En muchos casos contrataban guías locales y solían comprar papiros que explicaban cierta área y sus posibilidades de entrenamiento. También adquirían souvenirs y tenían tendencia a grabar su nombre en las piedras de los monumentos que visitaban, como una especie de grafiti “a la romana”.
Los viajes se realizaban básicamente por tres razones: por placer, por negocios o por salud. El turismo religioso y las peregrinaciones a los templos pasaron a formar parte de cualquier itinerario mínimamente culto, y dejaron de ser lugares de rezo para convertirse en monumentos dignos de visitar. Durante el reinado del emperador Caracalla se construyeron las famosas termas de Caracalla, unos baños públicos que contaban con salas de vapor (saunas), piscinas, salas de gimnasia, de reposo, de masaje, e incluso bibliotecas y jardines. A lo largo de todo el imperio se fueron construyendo otros complejos termales.
A los romanos también les gustaba la idea de pasar unos días de tranquilidad alejados de la ciudad y solían desplazarse a la costa de Campania, por la zona de Baias. Pasaban mucho tiempo disfrutando del buen clima, del agua medicinal de la playa y de sus aguas termales. En el golfo de Nápoles crearon residencias aptas para pasar unas vacaciones. Se crearon otras infraestructuras necesarias para el desarrollo del turismo, tale como posadas, restaurantes barcos de pasajeros, pues la demanda de viajes aumentó, sobre todo durante la Pax Romana. Era común entre los nobles la tendencia al agro-residencialismo, es decir, a adquirir casas de campo y convertirlas en su segunda residencia. Los emperadores solían construirse villas como Villa Tívoli.
Durante la época del imperio se construyeron numerosos circos e hipódromos con el propósito de entretener a los ciudadanos. Cada vez fueron más comunes los combates de gladiadores, los espectáculos donde intervenían leones y las carreras de cuádrigas. Era la táctica del “pan y circo” ideada por los emperadores romanos para mantener a la plebe interesada por los juegos y la comida, y no por los asuntos de estado.
Destacan los viajes de Alejandro Magno y Heredoto, así como las obras clásicas La Eneida y La Odisea por sus referencias al paisaje, las culturas de la época y las características de los viajes realizados.
La caída del imperio romano en 476 d. C supuso el fin de casi trece siglos de cultura, unidad y turismo europeo. La decadencia en la que el imperio se había sumido en el último siglo (s. IV d. C) terminó por dar paso a la era de los reinos Germánicos en Europa, al Imperio Bizantino en Asia Menor y al Islamismo en Arabia, el norte de África y la Península Ibérica.
martes, 16 de junio de 2009
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